domingo, 28 de febrero de 2010

La decapitación de Holofernes

Artemisia Gentileschi (1593-1653) aprendió a pintar en el taller de su padre, al mismo tiempo que sus hermanos, y según parece con más talento. Siendo una mujer, le era imposible asistir a ninguna escuela, por lo que su padre pidió a un amigo, un tal Tassi, que fuese su profesor. Debía enseñarle perspectiva, pero la violó en 1611. Y continuó violándola repetidamente, bajo promesa de matrimonio, imposible de cumplir, puesto que ya estaba casado (Y pasándolo en grande violando, además, a su cuñada). Cuando Orazio Gentileschi se enteró del asunto (no de la violación, sino de que el honor de su familia no iba a ser reparado con un matrimonio) lo denunció. Durante el juicio, se sometió a tortura a la propia Artemisia, dislocándole los dedos de las manos. Método de tortura especialmente adecuado para una pintora, se diría. Quizá porque, tratándose de una mujer, y sabiendo lo proclives que son las mujeres a mentir, era la víctima la que debía padecer la tortura. Si comparamos la decapitación de Holofernes de Caravaggio y la de Gentileschi, enseguida nos damos cuenta de las profundas diferencias entre ambas. Mientras Judit Merisi tuerce el gesto aprensiva y se aparta de la sangre, Judit Gentileschi se abalanza sobre su presa y sierra la cabeza con toda su fuerza. Que será poca, porque al fin y al cabo la fuerza bruta no es la característica más sobresaliente de las mujeres. Menos mal que tenemos otras virtudes que nos permiten seguir adelante.

lunes, 22 de febrero de 2010

La arruga

Todos los de mi quinta con la misma historia: imagino que es cosa de la treintena empezar a buscarse los pliegues y las canas para corroborar que, aunque parezca increíble, ya no somos niños. Asunto especialmente grave para aquellos que, como yo, nunca han dejado la universidad para enfrentarse al mundo real. Pero nadie nos libra de enfrentarnos al espejo y que una pata de gallo incipiente nos salude junto con la legaña mañanera. La legaña se quita, la pata de gallo permanece. Y también la apatía absurda que nos invade (me decía el otro día una amiga que iba a intentar aplicarse algo así como change your chip, move your cheeks, espero que lo esté consiguiendo).
En mi caso, aunque canas no me han salido aún (que yo haya visto, claro) es bajar del avión en Stansted y acentuarse las dos arrugas verticales de mi entrecejo, y, a falta de grandes patas de gallo, aplastárseme la cresta cual gallina escaldada con cuatro pelos. (Es bajar del avión en Valencia, empezar a darme el aire y el sol mediterráneos, y alisárseme la frente y rizárseme la escasa melena, ¡increíble pero cierto!)

Entonces, como sé que el Hombre Feliz es más sabio que yo, y siempre me da sabios consejos, le pregunto si acaso ellos tienen algún rite of passage para los 30. No, los japoneses viven más que nosotros, y para ellos los 30 no son más que la edad en la que estás más ocupado y activo (壮室). Los 40 ya son otra cosa: la confusión empieza a desvanecerse (不惑). A los 50 empiezas a atisbar el sentido de tu existencia en este mundo (艾年). Y a los 60 vuelves a nacer, porque vuelves a vivir el año de tu animal y tu elemento (耳順).

Así que hagamos caso al Hombre Feliz y dejemos de darle vueltas al asunto: aún nos quedan nuestros buenos 20 años para empezar a comprender de qué va todo esto, para qué gastarse antes... Espero que el 2040 el Mono de Metal me encuentre con salud.

martes, 16 de febrero de 2010

Feliz año nuevo

Cuando hubimos acabado de cenar, Juan se sentó en la cabecera de la mesa con su cigarrillo apagado. Nos habló de la lubina que nos había preparado, de cómo las celebraciones del año nuevo en su país pueden durar semanas (porque vas a casa de tu hermano, y tu hermana, y tu hijo, y tu suegra, y tu...), y de cómo él no lo había celebrado desde hacía unos cuarenta años. Primero, porque durante la guerra fue capitán de la fuerza aérea vietnamita en Hanoi. Luego, porque se vino a España. Treinta años en España. Sirviendo rollitos y explicando primorosamente con qué salsa deben acompañarse.

Yo llevo poco más de un año en Inglaterra.

Juan se ríe con ganas. "Eso no es más que un sueño, te vas a dormir, y zas, otro año."

Feliz año del Tigre.

domingo, 7 de febrero de 2010

Día de mierda (II)

El doctor Desagüe, o ingeniero de la mierda, ha llegado más que puntual, a las 8:13 de la mañana, con un palo bueno, una paleta y un cubo, y en 40 minutillos de plof plof chof rac rac nos ha desatascado las cañerías y nos ha dejado el jardín del edén como nuevo.

Ahí estábamos todos mirando al pobre hombre exhalar vaho en la helada mañana, y planteándonos si existe un trabajo más desagradecido que el que exige levantarte un domingo a las 7 de la para ir a remover la mierda de otros. Enseguida nos hemos acordado del insigne pocero de Seseña, y nos hemos dado cuenta de que el pobre hombre no es que sea un especulador y un ladrón, es que seguro que pensó que la vida le debía una compensación después de haber pasado un tiempo vaciando alcantarillas.

La normalidad vuelve a casa, y nuestras tripas ya están reclamando un buen desayuno para recuperarnos del trago.

sábado, 6 de febrero de 2010

Día de mierda

De izquierda a derecha, la serpiente, el árbol de la ciencia, Adán y Eva se desesperan al pensar que el Dr Drain no llega hasta mañana a las 8:30, de manera que nada de aguas mayores hasta que el buen hombre (en adelante, el ingeniero de la mierda) desatasque la fosa séptica que nos ha llenado el jardín del Edén de ídem....
Pero lo bien que se lo han pasado los pichas revolviendo todo lo removible en el jardín con una escoba tapándose la nariz con la bata y haciendo chistes sobre mierda, que es lo que más nos gusta a los españoles, no tiene precio.