miércoles, 17 de marzo de 2010

Del montón

Me tomo la licencia de tomar prestada (ahora el robo se llama así) una entrada de una compañera de fatigas, cuyos blogs (ambos, A y B) me permito recomendar.

Soy la que soy,
casualidad inconcebible
como todas las casualidades.

Otros antepasados
podrían haber sido los míos
y yo habría abandonado
otro nido,
o me habría arrastrado cubierta de escamas
de debajo de algún árbol.

En el vestuario de la naturaleza
hay muchos trajes.

Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte.
Cada uno, como hecho a medida,
se lleva dócilmente
hasta que se hace tiras.

Yo tampoco he elegido,
pero no me quejo.

Pude haber sido alguien
mucho menos personal.
Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre,
partícula del paisaje sacudido por el viento.

Alguien mucho menos feliz
criado para un abrigo de pieles
o para una mesa navideña,
algo que se mueve bajo un cristal de microscopio.

Árbol clavado en la tierra,
al que se aproxima un incendio.
Hierba arrollada
por el correr de incomprensibles sucesos.
Un tipo de mala estrella
que para algunos brilla.

¿Y si despertara miedo en la gente,
o solo asco,
o sólo compasión?

¿Y si hubiera nacido no en la tribu debida
y se cerraran ante mí los caminos?

El destino hasta ahora ,
ha sido benévolo conmigo.

Pudo no haberme sido dado
recordar buenos momentos.
Se me pudo haber privado
de la tendencia a comparar.

Pude haber sido yo misma, pero sin que me sorprendiera,
lo que habría significado
ser alguien totalmente diferente.


Wisława Szymborska (Premio Nobel de Literatura 1996: tan del montón no será la buena mujer. Qué recomendable mantener el contacto firme con la tierra. Y qué reconfortante saber que somos un evento extraordinario, pese a nadar en un mar de sucesos igualmente extraordinarios, y que la verdadera maravilla está dentro de nosotros.)

jueves, 11 de marzo de 2010

Emotion

Emoción: Un sentimiento fuerte, como el amor o la ira, o sentimientos fuertes en general. Cambridge dictionary on line

Las
emociones son reacciones biorreguladoras que tienen como objetivo promover estados fisiológicos que aseguren la supervivencia y el bienestar, constituídas por patrones de respuesta neural que el cerebro produce cuando detecta la presencia de un estímulo emocionalmente competente (...) Sentimiento es la percepción de un estado emocional. Antonio Damasio


Las respuestas
emocionales tienen lugar cuando nos defendemos del peligro, interaccionamos con un compañero sexual, luchamos contra un enemigo o comemos algo sabroso (...) Promueven la supervivencia de los individuos y su especie. En contra de la creencia popular, los sentimientos conscientes no son necesarios para provocar respuestas emocionales, que, como los procesos cognitivos, implican mecanismos de procesado inconsciente. Joseph LeDoux

Cuando nos ocurre algo desagradable en la vida, no necesariamente debemos darnos a las drogas, como la señorita del cuadro de Degas*. Existen mecanismos psicológicos gracias a los cuales podemos regular nuestras emociones: la re-evaluación cognitiva del evento emocional, la recuperación activa de la experiencia emocional y la capacidad de alterar flexiblemente nuestro comportamiento de acuerdo con las nuevas condiciones que nos rodean. Es en este último proceso es en el que nos vamos a centrar.

Así empecé mi charlita en un congreso el pasado septiembre. Así voy a empezar mi charla del martes que viene, la primera vez que voy a hablar en público en Cambridge fuera del aislamiento de las habitaciones anejas a yellow walls. A estas alturas, soy una experta (ejem) en los mecanismos neurobiológicos que subyacen la regulación emocional. Ver para creer.

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*Qué raro, no lleva tutú...Pero de mi animadversión por las bailarinas degasianas hablaré otro día.

domingo, 7 de marzo de 2010

Netsuke

Los kimonos no tienen bolsillos, sino una especie de petaca que cuelga del cinturón. Los nestukes sirven para enganchar esta petaca, es decir, no son más que botones. Y sin embargo, cada uno es una obra maestra.
Es necesario aprender a encontrar estas minúsculas alegrías.

viernes, 5 de marzo de 2010

¿Por qué estamos en ciencia?

En la Universidad de Cambridge deberías encontrarte la respuesta a esta pregunta.
El Hombre Feliz, siempre ávido de conocimiento, hizo instalar una pizarra en yellow walls para que pudiese darle clase. Es un incansable lector de papers, y a pesar de todo lo que sabe ya, siempre se ve empequeñecido y se lamenta de que debe, es necesario, leer más.
Sin embargo, según el polaco, no tiene sentido empezar una carrera científica si en cierto punto no publicas un paper en Science o Nature (no es bastante con que los de tu colegio polaco contacten contigo porque quieran poner tu nombre en el panel de alumnos ilustres, eso no lo ve el mundo). Entonces ya puedes dejar este aburrimiento de lado e irte a, pongamos, pescar.
Para mi jefa, que no es demasiado expansiva, la ciencia (y más concretamente, el cortex orbitofrontal) parece su misión en la vida.

Pero, por supuesto, la respuesta ya estaba en casa: mi other half es más sensato (como siempre) y más sabio, me recuerda que de algo hay que vivir.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Estadísticas

Me duermo como una ceporra. Y mira que he cambiado la musiquita de la alarma para evitar el condicionamiento. Despierto con las pestañas entrelazadas, la boca pastosa y muerta de hambre, como siempre. Hasta que no me trago la tostada y el vaso de leche, me libero de los restos no digeridos del día anterior y me meto debajo del chorro de la ducha, no soy persona. Y debo padecer un pelín de OCD, porque como no cumpla como un reloj el ritual establecido, tampoco soy persona por el resto del día. Y dormirme me descuadra el ritual. Y abrir el periódico on-line y encontrarme con uno de esos estudios con que nos obsequia el instituto nacional de estadística de vez en cuando, aún más.

Cito: En el año 2008 se produjeron en España 386.324 defunciones (...) Ante el descenso de la mortalidad en accidentes de tráfico el suicidio se situó en 2008 como la primera causa externa de defunción, con 3.421 personas fallecidas, cifra similar a la de 2007. Por sexo, la mortalidad por suicidio fue mayoritariamente masculina (el 22,6% fueron mujeres).
Fuente, pincha aquí.

Reflexiono una vez más sobre la condición humana, lo cual es peligroso cuando vas en bicicleta oyendo la BBC RadioCambridgeshire, por mucho que los conductores de autobús ingleses aspiren algo menos a atropellarte que los españoles. Primero, parece que morimos poco. Somos 45 millones de españoles, pizca más o menos, y menos de un 1% se muere cada año. Principalmente de enfermedades cardiovasculares, aunque como ya comentamos anteriormente, nuestros corazones son unos campeones. Luego, el mundo moderno nos obliga, cada vez más, a quitarnos de en medio. Los japoneses, como nos llevan algunos años de adelanto, y como son budistas, sintoístas y lo que salga, según me ha explicado el Hombre Feliz, consideran el suicidio como una solución válida, y muchas veces como la única honorable. Aunque el hara kiri, o seppuku (que significan lo mismo, literalmente "cortar el vientre", solo que el primero es en chino y el segundo en japonés) ya no está de moda (quizá porque necesitas una habilidad especial para abrirte en canal de la manera precisa para que nada se desborde y caigas hacia delante graciosamente, habilidad que por razones obvias no se puede practicar, y porque necesitas además que un amigo cercano te corte la cabeza). Pienso en cómo abordar el tema en el blog.

Llego a casa, como siempre a rastras, y por casualidad me encuentro con este verso de un tal Aris Alexandru: Paciencia. Cuajará la lágrima, se convertirá en isla. Quiero saber más, gugleo, y me topo con un blog que lo cita, de un padre que perdió a su hijo de 21 años, precisamente en 2008, y para más casualidad, el día en que yo cumplía los 28. Me doy cuenta de que, mientras esa familia afrontaba una de las peores situaciones que nos puede deparar la vida, yo finiquitaba mi tesis doctoral y buscaba un lugar extranjero en el que exiliarme para crecer como científica o para demostrarme a mi misma hasta donde podía llegar, o porque se suponía que era la única salida. Ya no me acuerdo, las razones se me han ido resbalando, confundiendo, qué sé yo. Casi dos años después, el padre de aquel chaval, que tristemente debe ser un número en las estadísticas que he leído esta mañana, sigue escribiendo en el blog, todo ternura, entereza y vida. Admirable. Y yo me arrastro con mi bicicleta por Cambridge, con un contrato de investigadora en la segunda mejor universidad del mundo, como si la más grande de las desgracias pesara sobre mí, y sigo escribiendo en el blog, toda cinismo, desesperación y desengaño. Imperdonable.