jueves, 19 de agosto de 2010

Espresso?

De niña me encantaba ir al médico: siendo una persona relativamente sana tenía pocas oportunidades de romper la rutina y ver la calle por las mañanas: me parecía un mundo totalmente distinto, poblado únicamente por las personas más afortunadas a las que se permitía no ir al colegio ni a trabajar: marujas y jubilados; un mundo que a partir de las cinco de la tarde se transformaba, incluso la luz sobre las fachadas era distinta vista desde el patio del colegio o desde la calle. La misma sensación de estar asomándome a un mundo prohibido me asalta ahora cuando deliberadamente llego tarde a yellow walls o me escapo, raramente, al centro a comer. Es bonito, a pesar del enorme riesgo de atropellar turistas chinos en el puente de la Jerwood Library (a pesar de la puta madre entre dientes que no puedo evitar proferir cuando se lanzan, incluso parece que adrede, sobre la rueda delantera de mi bici con cara de pánico): creo que una de las peores cosas de yellow walls es este estar lejos de todo en un edificio en el que ves a no más de diez personas, cada día, y con la obligación de hacer lo mismo, una y otra vez, cada día.

Ayer empecé a empaquetar. Creía que iba a llevarme más tiempo, pero en una hora me había deshecho de todo papeleo acumulado pero innecesario y había recogido todos los recuerdos que me llevo a casa: todo me cabe en la caja de unas botas: un cráneo frenológico comprado en Portobello Market, varios libros comprados en la Cambridge University Press, varios tickets de metro, de conciertos, y varios panfletos de museos varios.

Hoy la camarera del West Cafe se ha adelantado y antes de que me diera tiempo a quitarme los auriculares y pedir, me ha espetado: Do you want a espresso today? Yes, of course, please. Thank you.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Y venga humor inglés

Atención a la preguntita de geografía.
-Which Spanish word for "tomorrow" means it could take months for something to happen?
-Mañana




Click

...eso dicen.
Que un día algo hace click en tu cerebro y de repente todo pasa y vuelves a mirar el mundo como si no fuera tu enemigo.
Tantos días me ha parecido que algo hacía click, los tomates, nadar en aguas revueltas y en aguas cloradas, un atardecer sobre el campo de trigo adyacente a mi edificio secreto, mandar la carta de renuncia al contrato (último dia en yellow walls: 30 de septiembre) y saberme desempleada y con un futuro incierto. Pero siempre al día siguiente levantarse con la sensación de que te han chupado la sangre los bedbugs y todo sigue igual, y siempre volver a leer en el periódico los ciento veintitrés artículos de psicología sobre cómo afrontar las crisis, las depresiones, la infelicidad. Qué consuelo, todos estamos igual. La vida moderna es lo que tiene, que te adelgaza el cortex orbitofrontal y ahí estamos sin querer ver el bright side of life. Que no es que las cosas sean malas, es que no las afrontamos con paz interior. Nuevamente, be like water.
Hace tiempo que no me pinto las uñas de colores: se me estaban descascarillando. Ahora me he cortado el pelo: todo sea poner parches a la insatisfacción y esperar que esos pequeños e insignificantes gestos provoquen el click algun día.
Me estoy acostumbrando a que lo bueno del estado de depresión permanente sean esos diez minutos de acodarse en la barandilla del puente sobre el río Cam y observar cómo los polluelos de cisne se desperezan y ocho gansos marchan en fila india después de una tormenta de verano.