Lo que hace no tener tele, y lo que hace haber perdido un poco el norte desde que estoy por el ídem: observo todos los pifostios que ocurren a mi alrededor desde la ventanita de mi portátil cuando leo el periódico brevemente mientras desayuno como si no fueran conmigo.
Pero sigo siendo consciente de que hay algo que va terriblemente mal en el mundo: está lleno de curaspederastas (no os vayais a pensar, no es que les gusten los niños porque sean unos depravados hijosdeputababilónica, es que son
gays infiltrados), de falangespañola poniendo querellas a juecesestrella, de belenesestebanes y de aberraciones de la naturaleza en general.
Me entero, además de porque se ha estampado
un avión con media cúpula político-militar polaca dentro, por mi compañero de dicha nacionalidad, de cómo se cargaron en el a 40 a 22.000 compatriotas suyos con el clásico tiro en la nuca, así, con diplomacia soviética. (Ya me había comentado antes algunas cosas más prosaicas sobre la vida en su país hace no tanto tiempo, como las cartillas de racionamiento: medio kilo de azúcar o medio litro de vodka al mes, un par de zapatos cada seis meses y colas para conseguir plátanos, bien de lujo.)
Y ahora que polacos y rusos quieren hacer las paces, porque evidentemente durante el comunismo el asunto estaba bien escondido, cualquiera diría que la mala sombra estalinista salió en forma de niebla y a tomar por saco los primeros. Claro que una cosa así es fácil que se salga de madre, y ahora en un brote de orgullo nacionalhistérico al señor presidente de nombre impronunciable lo van a enterrar en Krakow junto a todos los reyes del pasado polaco. Mi compañero ya ha descolgado la bandera de su ventana.
(No ha faltado quien compare las fosas de
Katyn con las del franquismo. Ya sabemos que por regla general, al final los cerdos y los hombres son imposibles de diferenciar).*
Pero es que, repito, cómo está el mundo. No sé cuantas señales más veremos antes de empezar a oir las trompetas: que si revienta un
volcán que estaba callado desde hacía 200 años (¡ay, que me quedo encerrada en esta isla!), que si un
meteorito gigantesco surca el cielo...
Yo de
Dawkins me quedaría quietecita, no vaya a ser que la venida del anticristo esté más cerca de lo que pensamos y la vayamos a liar...
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*Vease Animal Farm, de George Orwell