jueves, 27 de febrero de 2014

Un mecenas escocés

Una de las razones (peregrinas) con las que me auto-convencí para volver a esta isla fue que desde hace tiempo llevo planeando escribir un libro, y uno de los capítulos debía suceder, por fuerza, en Londres. Y uno no puede escribir si no se documenta a fondo, hasta las últimas consecuencias -o quizá un escritor de verdad sí pueda, pero una de pega como yo, no.
No creo que ese libro llegue nunca a escribirse, por mucho que en escasos dos meses haya recogido algunas anécdotas a las que quizá se podría sacar partido. Como ejemplo, nuestro encuentro hace unos días con la persona que podría haberme asegurado la continuidad de mi triste carrera científica a perpetuidad.

Escenario: una parada de autobús de Camden, a las tantas de la madrugada. Personajes: dos señoritas con tacones y abrigo de leopardo, y sin calcetines, un pelirrojo con gorra verdosa que les da la murga, Carmen & Half. 
Desarrollo: Cuando las señoritas suben a su autobús, el señor de la gorra verdosa se apresura a buscar reemplazo a sus oyentes, y he aquí Carmen & Half que miran con cara de bobos la transformación en la pantalla del tiempo que queda para que pase el número 27, de 4 a 20 minutos, lo que genera comentarios de desaprobación en los susodichos y acercamiento del señor de la gorra verdosa al escuchar una lengua extranjera que le resulta interesante. No parece demasiado borracho, aunque cuenta que es escocés, de la isla de Skye, donde las temperaturas son caribeñas e incluso crecen palmeras en las playas. Half & Carmen, sin haber llegado nunca tan al norte de la isla, no tienen elementos de juicio suficientes, y no obstante algo les hace sospechar que palmeras por esas latitudes no habrá muchas, pero no tienen a donde escapar de tan interesante conversación hasta que llegue el 27, en 18 minutos. Deciden callar y asentir, pero ya se sabe que Carmen no lleva bien lo de callar, y cuando el señor de la gorra verdosa les intenta convencer de que los habitantes de Skye, por tener el Rh negativo (coño, como los vascos), son los únicos humanos que no descienden del mono, la bióloga que hay en ella no puede evitar protestar: no me jodas, que soy bióloga, y "del mono" venimos todos (para qué dar explicaciones más complejas a esas horas). De repente, los ojos del señor de la gorra verdosa se iluminan, y confiesa que él es un hombre muy rico (aunque sea raro encontrarse con un hombre muy rico a estas horas en una parada de autobús, el señor de la gorra verdosa es consciente de esto). Es más, estudió Biología en el Queens College de Cambridge, y ahora se dedica a invertir sus millones (mejor dicho, nos especifica, los de su familia) en ciencia. De hecho, por ejemplo, invierte mucho en la investigación para la rejuvenation. Ante lo cual, Carmen abre mucho los ojos y exclama: Do you know Aubrey de Grey? Ante lo cual el señor de la gorra verdosa abre mucho los ojos y la boca y responde que claro, que como es posible, que qué coincidencia. Y Carmen le cuenta en pocas palabras sus encuentros con Aubrey de Grey, que ya hemos referido en este blog en La maravillosa historia de Carmen & Co & los fans número 1. A partir de aquí, crece la simpatía del señor de la gorra de cuadros por esta pareja de spaniards tan interesantes, personas de bien que uno no espera encontrarse a las tantas de la mañana en una parada de autobús de Camden, y la conversación continúa con el señor de la gorra verdosa ofreciéndose a financiar las investigaciones de Carmen, aunque sugiriendo que en lugar de la enfermedad de Huntington éstas deberían centrarse en Parkinson, que es mucho más común y afecta al mismo sistema cerebral (momento en el que Carmen abre mucho los ojos, porque el señor de la gorra verdosa, a pesar de su extravagancia, parece muy enterado de los temas), y además, él ya invierte en la Universidad que ahora mismo disfruta de los servicios de Carmen, en el lab de una tal M. S, en artritis, y en células madre, y... Entonces aparece el 27 y Carmen & Half estrechan educadamente la mano al señor de la gorra verdosa, sin haberse preocupado en averiguar su nombre, y saltan a su interior. 
Epílogo: Al día siguiente, cuando como remedio a la resaca buscan en la web de la Universidad que actualmente cuenta con los servicios de Carmen, Carmen & Half comprueban que las investigaciones a las que se refirió el señor de la gorra verdosa, y los nombres de los investigadores, son reales. Half está convencido de que el señor de la gorra verdosa, si bien no del todo sobrio, decía la verdad, y especula si su familia no será dueña de la destilería Talisker; Carmen, aunque no está tan segura de que el señor de la gorra verdosa no fuese presa de una monumental obsesión complicada con delirios, se quedará eternamente con la duda sobre si perdió la oportunidad de financiar de por vida su aleatoria carrera científica.