domingo, 29 de marzo de 2009

BST

Freddie Mercury estuvo a punto de volverse un poco loco y cantaba "1001 yellow daffodils begin to dance in front of me". Imagino que empezaba la primavera en Gran Bretaña y no era para menos.

En el calendario del trabajo hoy viene marcado como BST.
Como el bed nucleus of the stria terminalis, o como las iniciales de un señor en el sueño de una compañera de trabajo.
Aquí es el british summer time. No podía llamarse simplemente cambio de hora, tenía que ser british, como si el resto del mundo no hubiese amanecido una hora más tarde hoy. Como si ellos fueran el ombligo del mundo, los inventores de la cuadratura del círculo.
Con el comienzo del BST se inaugura mi segundo trimestre en Cambridge. Espero que el tiempo relativo pase más deprisa que durante el primero.

jueves, 26 de marzo de 2009

De mordiscos y arañazos

Trabajar en el Reino Unido conlleva muchas responsabilidades. Una de ellas es lidiar con la burocracia: prácticamente para cada paso se debe rellenar un formulario. Otra es aprender a sobrellevar la estricta regulación de seguridad laboral. Aunque, como los mandamientos, se resumen en uno: “Rellenarás un formulario, lo fotocopiarás y lo guardarás durante ocho años”.
Cuando llegas a tu nuevo puesto de trabajo, tu primera tarea es encontrarte con el responsable de seguridad (que no es otro que la persona que rellena los formularios correspondientes) para que te explique donde se encuentran las salidas de emergencia en caso de incendio. Los británicos están completamente obsesionados con los incendios: hay alarmas en todas las casas, interruptores en todos los enchufes y más salidas de incendios que puertas normales. Volviendo al señor responsable, éste te hace sentar en una silla y firmar una hojita con varias casillas, en cada una de las cuales afirmas haber quedado enterado de esta y aquella cosa. Y no puedes firmar al final del listado. Debes firmar en todas y cada una de las quince casillas. Les pregunté si realmente los incendios eran tan frecuentes, por la gran preparación que muestran para combatirlos. Al menos mucho más frecuentes que la nieve, porque con cuatro copos se paralizó el país…Me miraron mal, y observaron cuán seguros les hace sentirse tanta preparación. La seguridad les entusiasma, y sin embargo no cierran la puerta de sus casas, que para más inri es de cristal la mitad de las veces. La seguridad les apasiona, pero no tienen ningún botiquín a mano en los puestos de trabajo.
Cuando trabajas con animales (pero de eso hablaré otro día), lo normal es que te muerdan o te arañen ocasionalmente. Y lo normal sería que pudieses disponer de, al menos, desinfectante y tiritas just in case. Pero eso no es así aquí. Si tienes la desgracia de que te muerda o arañe uno de esos bichos despreciables, entonces o metes la mano debajo del grifo y te aguantas, o si quieres utilizar material no veterinario debes ponerte en contacto con el first aid. Este señor (que en mi caso es un señor bajito, calvo, vestido con el pijama azul de rigor y que se quita los zapatos y pone los pies enfundados en calcetines granate sobre la silla) se encargará de darte una servilleta de papel para hacer presión y volverse loco porque no le quedan formularios de accidentes (del cual tienes que hacer varias copias para el nacwo, el home office y la policía de Cambridgeshire, que según los anuncios en las paradas de autobús está deseando tener una charla contigo), y además es viernes por la tarde.
- Don´t worry, I know that you British people are very fond of your bureaucracy. The first thing for me on Monday will be filling the form. (Cada vez que abro la boca me juego la extradición)
Pero de desinfectante ni hablar, porque quizá seas alérgico y sufras un coma anafiláctico.
- Pero no te estoy hablando de una herida seria. Te estoy diciendo que ayer me arañó Jaguar y me gustaría tener a mano agua oxigenada y tiritas. No creo que sea lógico llamar a ningún first aid para un arañazo.
- Lo siento, pero no puedo proporcionarte lo que me pides. La autoadministración de tratamiento médico no está permitida. Podrías hacerte daño. Podrías sufrir una infección seria, podrías incluso perder el brazo si te muerde un animal y no te reconoce un médico.
- No tenéis remedio (Voz en off: Vuestras rules and regulations son ridículas. No se trata de heatlh and safety, ni de welfare ni de nada parecido. Se trata únicamente de burocracia).

miércoles, 25 de marzo de 2009

Conversaciones con un hombre feliz

- Yo siempre había pensado que en España las familias serían numerosas. Al fin y al cabo se trata de un país católico- dice la británica
- Pues en absoluto. De hecho, tenemos una población bastante envejecida- contesto yo.
- Es una cuestión interesante. En Japón, el gobierno ha empezado a plantearse posibles soluciones para combatir ese problema, y actualmente existe un debate entre dos de ellas. Una sería relajar las leyes de inmigración para permitir que llegasen trabajadores de otros países asiáticos. Pero esta solución no convence, y el gobierno ha optado por promover los robots- dice el hombre feliz.
(Punto de partida de este extracto de algunas observaciones e historias de Yoshi, el hombre feliz, historias que llenan un poco el vacío que siento en este país extraño enseñándome que todavía existen otros mundos paralelos)
- ¿Me pasas un poco de jamón por favor?
-Por supuesto, aquí tienes.
- Nunca se debe pasar la comida de palillos a palillos. Te explicaré por qué, es una cuestión interesante. En Japón no enterramos a nuestros muertos. Los incineramos, y luego recogemos sus huesos con los palillos, y los pasamos de palillos a palillos a los familiares, hasta colocarlos en una urna. Esta urna es la que se entierra. Así ganamos un montón de espacio, al fin y al cabo Japón tiene muy poca cantidad de terreno habitable, el 70 por ciento son montañas.
- Es increíble cómo puedes hablar de cualquier tema sin variar la expresión ni el tono. Da igual que hables de sustituir a los trabajadores por robots, de lo mucho que te gusta el lomo o de las costumbres funerarias.
- Es interesante eso que dices. Deberías venir a Japón y lo entenderías. Se dice que los japoneses tienen dos caras. Una es la pública y otra la privada, y son incompatibles. Te pondré un ejemplo y lo comprenderás. Una vez iba en el metro en Osaka, y un señor con un maletín se me sentó al lado. No creo que hayas visto nunca los metros en Japón, pero son mucho más grandes que los europeos. De hecho, me sorprendí muchísimo la primera vez que subí a un metro en Londres, es extremadamente pequeño.
- ¿Y cómo son los trenes?
- Igual que los metros. Pero ese no es el ejemplo. Este señor se sienta a mi lado, abre su maletín, busca dentro y saca un cepillo de dientes. Luego saca pasta dentífrica, la pone en el cepillo y empieza a lavarse los dientes.
- Eso no tiene ningún sentido.
-Exacto, pero lo importante de la historia no es eso. Luego el señor acaba de lavarse los dientes y guarda el cepillo y el dentífrico.
- ¿Y cómo se enjuaga? ¿Escupe allí mismo?
- No. Busca en el maletín, saca una lata de café, la abre y se lo bebe todo.
- Eso aún tiene menos sentido. ¿Es ese comportamiento extraño el que define el carácter japonés?
- No. Lo que define el carácter japonés es que de todas las personas que iban en el metro ninguna pareció enterarse de lo que estaba haciendo ese hombre. Yo lo pasé muy mal. Quería reírme, porque cualquiera reiría muchísimo ante una situación así. Pero no podía. En Japón uno debe comportarse. Creo que por eso los programas de televisión europeos no pueden ser implantados en Japón. Intentaron introducir el Gran Hermano, pero fue imposible. Por lo que he oído en ese tipo de programas se juega con las emociones de la gente que participa. Si metes a diez japoneses juntos en una casa no harían nada, sería muy aburrido. Los japoneses sólo serían extremadamente amables unos con los otros.
- Es lo opuesto a nuestro carácter. Nosotros nos reímos, gritamos y maldecimos sin ningún reparo.
- Nosotros no podemos. En japonés no existen palabras malsonantes.
- ¿Y qué decís cuando estáis enfadados?
- Podemos subir un poco el tono de la voz.
(El polaco está a punto de saltarse un semáforo y grita un mierda mientras pisa el freno como puede)
- ¿Qué diría un japonés en una situación como esta?
- He cometido un error.
- No puede ser. Vamos a ver, lo más recurrente es usar palabras con contenido sexual. Tenéis que ser capaces de decir jódete.
- No, porque la palabra que describe el acto sexual utilizada de forma reflexiva no tiene sentido.
- ¿Qué le dirías a una persona que te dijera eso?
- ¿En japonés? Le diría: Has cometido un error gramatical.
- Suena un poco opresivo. Pero al mismo tiempo, por lo que parece, gozáis de una libertad sexual inusual en Europa.
- Es así en todos los países budistas. Ser homosexual, por ejemplo, no tiene ninguna importancia. Si mi hermano me dijese que es homosexual no me parecería extraño. De hecho, es un poco afeminado, lo cual es normal porque se ha criado con cuatro hermanas.
- ¿Y es verdad que existen restaurantes donde se come encima de una mujer desnuda?
- Bueno, creo que no es muy común. Debe ser cosa del pasado. Pero si estás interesada en ese tipo de servicio, seguro que podrías encontrarlo.

sábado, 7 de marzo de 2009

Mundos paralelos

Espero impacientemente el autobús, como cada mañana para ir a trabajar a horas intempestivas. Y paseando desesperada para hacer los minutos más cortos (tarea imposible), me entretengo en observar la laminación de las tres pizarras que actúan de elemento decorativo un tanto zen en el parquecillo de enfrente. Entonces recuerdo que hace casi once años estuve en Andorra de viaje familiar, y como se me hizo insoportable pasar cinco días de mi vida lejos de casa, rodeada de montañas y de techos de pizarra, lejos de un novio que entonces pensaba era para toda la vida porque ya estábamos once meses juntos y a esa edad ya se sabe que esas cosas son para toda la vida. Y ahora me doy cuenta dolorosamente que han pasado once años, y los cinco días que odiaba tener que pasar en los Pirineos se han convertido en dieciocho meses (¡Pero ahora ya son dieciséis!), los 600 km infranqueables ahora son 2000, y los once meses que pesaban tanto ahora son más de once años que pesan infinitamente más. Parecen lombrices en el estómago retorciéndose cada vez que me doy cuenta de que vivo en mundos paralelos: está el de ahí fuera, con sus carteles que me sacan de quicio (y eso que la última vez que estuve en el servicio de salud laboral para mi chequeo de las seis semanas ya sólo se habían perdido 6 horas de trabajo, dentro de nada la gente habrá aprendido la lección y no hará falta cartel), el ininteligible sistema de recogida de basuras, la guarrada suprema de la moqueta, la insoportable amabilidad británica, el musgo, la hierba helada, las tiendas que cierran a las 5pm, las togas, el cielo gris, los cuervos; y estoy yo, cada vez que me abstraigo de la realidad hablando por este maravilloso invento que es internet con mi gente, el mundo diferente de cada vez que cojo un avión y vuelvo a casa, y me digo que sólo es un paréntesis, si bien largo, no es más que un paréntesis abrupto en medio de mi vida real, que sigue allí, y que retomaré en un tiempo…y sin embargo si me llamaras, como decía Pedro Salinas, ¡Si me llamaras, sí;/ si me llamaras!/ Lo dejaría todo,/ todo lo tiraría:/ los precios, los catálogos,/ el azul del océano en los mapas, /los días y sus noches,/ los telegramas viejos (…)
Y sin embargo, si me llamaras, yo no podría irme de este mundo paralelo, yo no podría aún dejarlo porque sólo he sufrido dos meses de sistemas de recogida de basura ininteligibles, y no podría nunca saber cómo pude sobrevivir sola a ellos.

jueves, 5 de marzo de 2009

Antropología para aficionados (Vol. I)

El Homo sapiens ssp. britannicus se diferencia claramente de sus congéneres hispanicus en una gran variedad de características físicas, así como en sus costumbres, alimentación, cortejo y apareamiento y un amplio etcétera.
Podríamos ofrecer una prolija descripción sobre estas notables diferencias, sin embargo por falta de tiempo debida a nuestras maravillosas ocupaciones en el campo de la ciencia, gracias a las cuales podemos pagar el abusivo alquiler, ofrecemos únicamente una pequeña muestra de las observaciones de campo realizadas por eminentes doctoras (o casi) de la subespecie hispánica.

Breve descripción anatómica:
-Color. El típico color mediterráneo (que aquí se ha calificado de marrón) puede encontrarse en algunos individuos llegados a Albión desde otros lugares. Sin embargo, no es una buena idea hablar de colores cuando se trata de estos sujetos tan sensibles (véase entrada anterior: Igualdad de oportunidades).
-Tamaño. Huelga decir que el pequeño espécimen español, cuya estatura media ronda los 1.75 m (5.7 feet) para los machos y 1.65 m (5.4 feet) para las hembras es ampliamente superado por sus congéneres ingleses. Aunque basándonos en las inches, la diferencia es apenas perceptible…

Aseo personal. En el norte hace mucho más frío. No hace falta decir más.

Termorregulación. He aquí la característica más llamativa de la subespecie británica: haya lluvia, nieve, viento huracanado o hielo en las calle, no importa: el sujeto inglés se muere de calor. Sobre todo las mujeres. Para el aficionado antropólogo es imprescindible viajar a estas tierras para observar en persona el espectáculo que ofrecen las hembras de la especie caminando por calles congeladas con minifaldas estratosféricas, tirantes y, por supuesto, sin medias. Se han dado casos de mujeres que han llegado a sufrir tanto calor a -5 gradines C (es natural, porque son ya 23 gradazos F, y eso ya es otra cosa…) que han debido quitarse los zapatos para poder estar en contacto con el hielo de la acera y así ayudar a sus maltrechos termorreceptores. Existen diversas teorías sobre este desequilibrio que padecen los ingleses, pero son demasiado complicadas para que el aficionado las entienda. Porque el alcohol, se diga lo que se diga, es contraproducente.

Alimentación. Los británicos gustan exageradamente de los tubérculos, que consumen ya sea en forma de chips con ketchup o de multipacks de papas con sabores diferentes, muy útiles para proporcionar alternativas gustativas con que acompañar el sándwich del día: sal y vinagre, gamba, cebolla y queso. Estos alimentos se ingieren sin dejar de trabajar, más que nada para evitar conversaciones incómodas a la hora de la comida. Los hispánicos, por el contrario, disfrutan de una cervecita y un platito de olivas al sol, además de una amplia sobremesa que les obliga a volver al trabajo tarde y por tanto llegar a casa cuando ya ha oscurecido…

Forma de desplazamiento.
- A pie: Mientras la subespecie hispánica tiende a caminar con hiperlordosis lumbar (comúnmente llamada “culo de pato”) y las palmas de las manos hacia la línea media, sus colegas sajones se desplazan con los hombros curvados ostensiblemente hacia adelante mientras realizan una rotación de los brazos que ocasiona que las palmas de las manos queden en supinación. Esto, unido a los distintos patrones de insolación norte-sur, da lugar a que los británicos llegados a una edad respetable luzcan invariablemente una estupenda joroba, mientras los ibéricos se balancean graciosamente inclinados sobre sus andadores y con una ligera abducción de cadera en ambas piernas.
-A motor: El patrón corriente en el continente que exige mantener el lado derecho de la calzada cuando uno pilota un vehículo provisto de ruedas se invierte una vez el osado europeo cruza el canal de la Mancha. Pero como los ingleses son extremadamente amables, no dudan en recordarte hacia qué lado debes mirar primero si no quieres morir atropellado (Look right). Se dice que la costumbre de mantener el lado izquierdo viene de los tiempos medievales, cuando los caballeros debían empuñar la lanza con la mano derecha en las gestas. Independientemente de la fiabilidad de mis fuentes (un padre y un japonés) el hecho de que los británicos sean tan entusiastas de las tradiciones hace plausible esta teoría.

Cortejo y apareamiento. Véase Termorregulación.

Aknowledgements:
Mi agradecimiento infinito a la (casi) Dra. Lucía y a la Dra. Amparo por su inestimable contribución, sin la cual este estudio no podría haberse llevado a cabo.

PS: Esperamos poder adjuntar material gráfico en próximas entregas.