martes, 26 de abril de 2011

Relativamente

Voy a cumplir los 31. Qué feo suena. Al menos el año pasado era un número redondo, y tenía la bonita excusa de la crisis para celebrarlo. Voy a cumplirlos en San Francisco. Si llego viva.
Anoche dormí unas 3 horas en intervalos de 15 minutos, por culpa de un mosquito y de mi habitual manía de no dormir cuando tengo que coger un tren a las 6.40 de la mañana. Hoy me he encontrado una paloma muerta en la terraza. Ha empezado a llover cuando salía del trabajo. Para más inri, ahora que estamos en Pascua, se me ha soltado el freno delantero de mi recién estrenada bicicleta. Venía pedaleando por el Paral·lel y pensaba en la relativización de los sucesos de nuestras vidas. Cómo la lluvia en Cambridge me molestaba menos que aquí porque ya la esperaba. Aquí se supone que debe hacer sol. Cómo me importó mucho menos que el tren que me llevó a casa el pasado jueves lo hiciera con hora y media de retraso tras haber sufrido en directo un ataque epiléptico del pasajero que ocupaba el asiento inmediatamente anterior al mío (el cual, para más inri, ahora que estamos en Pascua, mi other half reconoció en la estación como compañero de colegio, no somos nadie). Cómo me dolió mucho más mi falta de habilidades con las personas humanas al verme incapaz de ayudar en el trance: casi dos años cuidando de monos epilépticos (creo que ya he alcanzado el margen de seguridad para poder plasmar abiertamente a qué me dedicaba por Albión, pero quien sabe, siempre hay un terrorista que no te esperas a la vuelta de la esquina...) y no soy capaz más que de ir a avisar al personal de RENFE para que busque un médico ante una situación dantesca como que un hombre de metro noventa convulsione y saque espuma por la boca en el pasillo del vagón...
Paloma muerta, frenos e inutilidad de mis conocimientos sobre el papel de los receptores del glutamato en una crisis epiléptica real aparte, relativamente estoy muy bien. Me voy a pasar mi 31 cumpleaños a San Francisco, y de vuelta pasaremos por Londres a recordar no tan viejos tiempos. Ya había pasado casi medio año sin coger un avión, casi no me lo puedo creer.

jueves, 7 de abril de 2011

Tacheles

Carmen&JoseVte,
antes de joder el tischfussball del café Zapata en el Tacheles
En 2008 pasamos una semana en Alemania, visitando a dos amigas, una española en München y una italiana en Berlin. (Lo bueno de los exilios propios y ajenos es que te dan excusas buenísimas para ver mundo con comodidad. Mis amigas ya han vuelto de los suyos).
München es como una ciudad de cuento, en la que todo está limpio, los ciudadanos no cruzan cuando el semáforo de peatones está en rojo a pesar de que no haya ni un solo coche a 10 km, y los niños en bicicleta se paran adrede para tirar los envoltorios de los helados a la papelera. Además, en medio de la ciudad, en el río Isar o en el Englishgarten, te encuentras gente con el culo al aire en cuanto salga medio rayo de sol. Claro, que también puedes tomarte una cerveza de litro en la Houpbrauhauss donde el tío del bigote ridículo (Aznar, no, el otro) maquinaba sus conquistas. 
Berlin es más sucia pero con más personalidad. A mucha gente le apasiona. Los alquileres son baratos, los servicios buenos. Y está llena de lugares emblemáticos, como el checkpoint Charlie, lo que queda del muro, el primer semáforo de Europa, el Tacheles...ah, no, que el Tacheles lo van a desalojar, y en su lugar parece que pondrán unos hoteluchos...(o eso anuncia tristemente el periódico de hoy). Cuentan que algunos de sus habitantes han decidido cambiar su lugar en el edificio por una jugosa suma de dinero. El representante de la facción okupa escindida (aunque se puede decir que más bien era la facción capitalista-okupa, o pragmática-okupa, siendo los que regentaban los negocios) que se ha quedado con la pasta y ha corrido nos recuerda hoy que el mundo es así, que los artistas de Tacheles buscaban espacios de libertad y en la situación actual, el dinero significa libertad. Un día más para gritar al viento "Biba el zistema".