sábado, 9 de mayo de 2009

Cambridge interruptus

Construyendo mi monotonía con uñas y dientes: cada día amanece más pronto al otro lado de la cortina sin persiana que la proteja; cada día me saco los calcetines por fuera del pantalón para que no se enganchen en la cadena de la bici y escalo por Histon Road a duras penas; cada día me enfundo en un pijama azul, y luego me lo quito, y me vuelvo a poner los calcetines sobre los pantalones; cada día bebo cerveza y cada día caigo muerta sobre la cama. Cada día me sorprenden menos las pequeñas diferencias que hace ya cuatro meses no podían dejar de irritarme: los enchufes trípodes, las rotondas al revés, las señales de tráfico en yardas, la cara de la queen invadiendo mi monedero, los dos grifos, la sonrisa congelada de la cajera mientras te pide el ID, las revisiones de alergia a las 2 semanas, a las 6, a las 12, el protocolo para lavarse las manos y para estornudar, el protocolo para la limpieza de los laboratorios (porque no es razonable esperar que otras personas limpien las heces), los paquetes de frutos secos que contienen frutos secos, y para qué seguir. Debo disculparme por mi negatividad, porque por fin me di cuenta de que las pequeñas diferencias no son tan graves para mí cuando mi amigo el Hombre Feliz me confesó que al principio tuvo incluso problemas para caminar por culpa del mal estado de las aceras, ya que en Japón el asfalto es liso e impoluto.
A veces viajo en avión, y entonces estoy Lou Reed y Giovanni Allievi y Pink Floyd de nuevo, y cada vez es como un Cambridge interruptus, y cada vez me niego a pensar que tengo que volver al aeropuerto y a los calcetines y al pijama azul. Gracias a mis uñas y a mis dientes mi monotonía cada vez se parece más a la de una persona normal, pero sobre todo gracias a los que me están acompañando en este viaje a través de la pérfida Albión y a través del tiempo: José Vicente en 2D (y a veces en 3D para mi felicidad) y Lucía y Marta y Luis y Jacob y Ana y Yoshi y Rafał y Kamila. Y gracias a todos los que me habéis ayudado a escribir este diario de infortunios y negatividades, los que dejáis vuestros comentarios en él, los que me habéis felicitado por él, los me habéis dicho que lo leéis, incluso con ayuda de un traductor. Gracias, Amparo, Fernando, José Vicente, Lourdes, Lucía (y familia y señor anónimo de la falla), Luis, Mamá (que ha impreso y leído a los abuelos), Marcos, MªCarmen, MªJosé, Nico, Quique, Rafał, Susana, Stefania, Yolanda… (no sé si olvido a alguien, daos todos los lectores por saludados…); porque gracias a todos a pesar de estar siempre wish you were here, cada vez estoy menos nobody knows where you are, how near or how far…

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