miércoles, 3 de marzo de 2010

Estadísticas

Me duermo como una ceporra. Y mira que he cambiado la musiquita de la alarma para evitar el condicionamiento. Despierto con las pestañas entrelazadas, la boca pastosa y muerta de hambre, como siempre. Hasta que no me trago la tostada y el vaso de leche, me libero de los restos no digeridos del día anterior y me meto debajo del chorro de la ducha, no soy persona. Y debo padecer un pelín de OCD, porque como no cumpla como un reloj el ritual establecido, tampoco soy persona por el resto del día. Y dormirme me descuadra el ritual. Y abrir el periódico on-line y encontrarme con uno de esos estudios con que nos obsequia el instituto nacional de estadística de vez en cuando, aún más.

Cito: En el año 2008 se produjeron en España 386.324 defunciones (...) Ante el descenso de la mortalidad en accidentes de tráfico el suicidio se situó en 2008 como la primera causa externa de defunción, con 3.421 personas fallecidas, cifra similar a la de 2007. Por sexo, la mortalidad por suicidio fue mayoritariamente masculina (el 22,6% fueron mujeres).
Fuente, pincha aquí.

Reflexiono una vez más sobre la condición humana, lo cual es peligroso cuando vas en bicicleta oyendo la BBC RadioCambridgeshire, por mucho que los conductores de autobús ingleses aspiren algo menos a atropellarte que los españoles. Primero, parece que morimos poco. Somos 45 millones de españoles, pizca más o menos, y menos de un 1% se muere cada año. Principalmente de enfermedades cardiovasculares, aunque como ya comentamos anteriormente, nuestros corazones son unos campeones. Luego, el mundo moderno nos obliga, cada vez más, a quitarnos de en medio. Los japoneses, como nos llevan algunos años de adelanto, y como son budistas, sintoístas y lo que salga, según me ha explicado el Hombre Feliz, consideran el suicidio como una solución válida, y muchas veces como la única honorable. Aunque el hara kiri, o seppuku (que significan lo mismo, literalmente "cortar el vientre", solo que el primero es en chino y el segundo en japonés) ya no está de moda (quizá porque necesitas una habilidad especial para abrirte en canal de la manera precisa para que nada se desborde y caigas hacia delante graciosamente, habilidad que por razones obvias no se puede practicar, y porque necesitas además que un amigo cercano te corte la cabeza). Pienso en cómo abordar el tema en el blog.

Llego a casa, como siempre a rastras, y por casualidad me encuentro con este verso de un tal Aris Alexandru: Paciencia. Cuajará la lágrima, se convertirá en isla. Quiero saber más, gugleo, y me topo con un blog que lo cita, de un padre que perdió a su hijo de 21 años, precisamente en 2008, y para más casualidad, el día en que yo cumplía los 28. Me doy cuenta de que, mientras esa familia afrontaba una de las peores situaciones que nos puede deparar la vida, yo finiquitaba mi tesis doctoral y buscaba un lugar extranjero en el que exiliarme para crecer como científica o para demostrarme a mi misma hasta donde podía llegar, o porque se suponía que era la única salida. Ya no me acuerdo, las razones se me han ido resbalando, confundiendo, qué sé yo. Casi dos años después, el padre de aquel chaval, que tristemente debe ser un número en las estadísticas que he leído esta mañana, sigue escribiendo en el blog, todo ternura, entereza y vida. Admirable. Y yo me arrastro con mi bicicleta por Cambridge, con un contrato de investigadora en la segunda mejor universidad del mundo, como si la más grande de las desgracias pesara sobre mí, y sigo escribiendo en el blog, toda cinismo, desesperación y desengaño. Imperdonable.

2 comentarios:

  1. Lo de refugiarte en otra gente que parece ser que está peor que tú, siempre ha sido una salida muy coherente, y a la vez, yo diría que inevitable, sino, sería imposible afrontar ciertas situaciones que nos depara la vida. Al menos eso hice yo ante la perdida más dolorosa de mi vida hace unos meses. Y créeme, algo debe funcionar, sino, no sé qué habría sido de mi...

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  2. Carmen, algunos somos "protestones" por naturaleza pero en el fondo sabemos todo lo que somos y tenemos (y en mi caso tambien lo que no tenemos, mejor dicho: lo que nos han quitado)
    Sigue con tus protestas, pero siempre alegre y tirando pá alante rodeada de güenas gentes, ese era el ESPIRITU de mi hijo Marcos.
    Soy Félix el padre de Marcos www.markosmartin.blogspot.com, al que haces referencia en tu post. Cliqueando, cliqueando he llegado a ti, un beso desde Madrid. Me gusta tu comentario.

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