domingo, 28 de febrero de 2010

La decapitación de Holofernes

Artemisia Gentileschi (1593-1653) aprendió a pintar en el taller de su padre, al mismo tiempo que sus hermanos, y según parece con más talento. Siendo una mujer, le era imposible asistir a ninguna escuela, por lo que su padre pidió a un amigo, un tal Tassi, que fuese su profesor. Debía enseñarle perspectiva, pero la violó en 1611. Y continuó violándola repetidamente, bajo promesa de matrimonio, imposible de cumplir, puesto que ya estaba casado (Y pasándolo en grande violando, además, a su cuñada). Cuando Orazio Gentileschi se enteró del asunto (no de la violación, sino de que el honor de su familia no iba a ser reparado con un matrimonio) lo denunció. Durante el juicio, se sometió a tortura a la propia Artemisia, dislocándole los dedos de las manos. Método de tortura especialmente adecuado para una pintora, se diría. Quizá porque, tratándose de una mujer, y sabiendo lo proclives que son las mujeres a mentir, era la víctima la que debía padecer la tortura. Si comparamos la decapitación de Holofernes de Caravaggio y la de Gentileschi, enseguida nos damos cuenta de las profundas diferencias entre ambas. Mientras Judit Merisi tuerce el gesto aprensiva y se aparta de la sangre, Judit Gentileschi se abalanza sobre su presa y sierra la cabeza con toda su fuerza. Que será poca, porque al fin y al cabo la fuerza bruta no es la característica más sobresaliente de las mujeres. Menos mal que tenemos otras virtudes que nos permiten seguir adelante.

1 comentario:

  1. Anónimo12:07 p. m.

    LO Q FALTA DE FUERZA LO SUPLE EL CARACTER

    UN SALUDO

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