Ahí estábamos todos mirando al pobre hombre exhalar vaho en la helada mañana, y planteándonos si existe un trabajo más desagradecido que el que exige levantarte un domingo a las 7 de la para ir a remover la mierda de otros. Enseguida nos hemos acordado del insigne pocero de Seseña, y nos hemos dado cuenta de que el pobre hombre no es que sea un especulador y un ladrón, es que seguro que pensó que la vida le debía una compensación después de haber pasado un tiempo vaciando alcantarillas.
La normalidad vuelve a casa, y nuestras tripas ya están reclamando un buen desayuno para recuperarnos del trago.
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