martes, 3 de mayo de 2011

San Francisco

Por aquí andamos. Ventaja e inconveniente de dedicarse a esto de la ciencia: ves mucho mundo, pero la mayoría de las veces es por trabajo. Esta vez, sin embargo, yo soy una mera acompañante observadora, así que mientras mi other half se pelea con el control de frecuencia os cuento un poco como nos está yendo estos días.

Day 1:  Back in the UK, los derechos de los animales y José García el prófugo
Casi 24 horas de viaje desde mi zulo barcelonés hasta la costa oeste dan para bastante. Para hacer escala en Londres, por ejemplo, y celebrarlo con un English Breakfast en toda regla. Para leer todos los periódicos con que te obsequian las líneas aéreas unidas (todo más que unido en los estados ídem) durante el vuelo transatlántico interminable entre cabezadas y vasos de agua y cacahuetes cada hora y media, y enterarse de why it's an insult to call an animal your pet. Ya ves, a estas alturas los ingleses proponen llamarlos animales de compañía, como llevamos haciendo los hispanohablantes de toda la vida (pero de la corrección política en el lenguaje, incluyendo a las miembras, mejor hablamos otro día). Para que el cuello se te quede agarrotado y te arriesgues a la ceguera pegado a la ventanilla intentando divisar osos polares en Groenlandia y su costa helada interminable a 10 km de altura. Y, por fin, para enterarte de que existe un José García nacido el mismo día que mi other half al que le han denegado el visado para entrar en EEUU. Viva la libertad de los eeuuenses de no tener documento nacional de identidad e identificar a la gente por el nombre y la fecha de nacimiento, que evidentemente es la manera más eficaz en un mundo donde habitan más de seis mil millones de personas, más de doscientos millones de ellos hispanohablantes, y no he investigado la proporción, pero sabiendo que, aproximadamente, la mitad de la población española lleva un García entre sus apellidos, qué suerte ha tenido mi pobre half. Menos mal que nadie nos robó la maleta abandonada en medio de una sala vacía ni la destruyó por sospechosa (ya veremos a la vuelta) durante la hora que estuvimos encerrados en la frontera.

Day 2: Sopa de almejas y leones marinos

Hombre, no digo yo que lo de meter una sopa en un pan redondo no quede estéticamente bien, pero es un desperdicio. Y un peligro para las gaviotas que campan a sus anchas por los muelles del Fisherman Wharf comiéndose los restos del pan, cual personas adictas al mcdonals. Y lo de los leones marinos, un destarifo de olor a pescado podrido. Qué bichos tan malolientes y agresivos, ahí entre barcos y turistas, ignorando a unos y a otros. Los tranvías monísimos, pero 5$ el billete de ida y 2 horas de cola hacen que cualquiera se conforme con saltar sobre uno parado y hacerse la foto de rigor. Por no hablar de las agujetas en músculos de las piernas que uno no sabía ni que existían venga ruta turística arriba, ruta para abajo.

Day 3: 31 cumpleaños entre copas y noodles

Pues muy bonito el Napa valley, pero nada que no se pudiera organizar en Utiel-Requena con una buena inversión de dólares  y una buena campaña de márketing. Eso sí, cuando vas por el tercer vino de la cata ya no recuerdas si la variedad de la uva es cabernet sauvignon, zinfandel o merlot, por supuesto te da igual que el acompañamiento posterior sea un bocadillo de cerdo a la barbacoa. Si para acabar el día, te juegas el tipo bajando en coche la calle más escarpada y sinuosa del mundo, que el anterior casi mueres intentando escalar a pie, y terminas cenando en el único chino afterhours que queda entre Chinatown (donde se inventaron las galletas de la fortuna) y la calle de los puticlubs con dos profesionales, un homeless y el mellizo de Jackie Chan, te queda un cumpleaños redondo.

Day 4: ¿Fuera o dentro del sistema?

Que en este país conviven sin molestarse el lujo (si bien casi siempre hortera) y la inmundicia ya lo sabíamos, pero nunca nos había quedado tan patente como al girar la esquina de la calle de nuestro hotel y jugarnos el tipo por el barrio adyacente para coger el autobús. Supongo que será cuestión de acostumbrarse, como a todo. Supongo que no somos nadie para juzgar a nadie, pero este país debería avergonzarse si alguien se molestara en contabilizar a la gente que vive en la más absoluta pobreza, que se arrastra andrajosa o incluso en ropa interior por las aceras, completamente borrachos, o drogados, o simplemente enfermos mentales, llenos de llagas y podredumbre a 50 metros de un Macy's. En España, en Europa, hay muchos, pero nada que ver con las cantidades que te encuentras por aquí en cada esquina. Casi más homeless que Starbuck's, que ya es decir. Te sales del sistema, como el hippy sesentón que compartió viaje en el autobús con nosotros, gritando take a walk on the wild side (ya ves, a estas alturas me entero de que Candy Darling, de Long Island, la de la canción de Lou Reed, existió realmente, y que de hecho es la señora de la portada del segundo disco de Antony and the Johnsons) y ya sabes a lo que te expones. Me hace pensar en lo cómoda que me encuentro en mi burbuja de la clase media, clamando contra el sistema, y sin embargo intentando ignorarlo la mayor parte del tiempo, como en este país conviven y se ignoran los que tienen dinero y los que no. Y mientras miles polacos salían a celebrar que el papa de los jóvenes (que digo yo que no lo llamarían así las monjas de mi colegio por lo bien que hacía la vista gorda ante los cientos de casos de pederastia que ocurrieron en el seno de su iglesia durante su magnífico mandato) ya es casi santo (quizá el segundo milagro que se le atribuya sea el de ser considerado un reformista cuando fue uno de los papas más retrógrados de la historia y un benevolente político cuando se codeó alegremente con la flor y nata de los dictadores más sanguinarios de la tierra), y miles de americanos salían espontáneamente a cantar el himno con sus banderas y celebrar que Oceanía ha acabado con Goldstein (no me echéis la culpa si ya no sé qué es lo que he leído en una novela y qué es la realidad...), anoche mi other half y yo bebíamos birra y comíamos penne arrabbiata en un restaurante siciliano del corso di Colombo, pretendiendo que todo estaba bien, que todas estas cosas no importan siempre que queden estos pequeños refugios de papel.

Day 5: ?

Estamos en ello. Paseando entre rascacielos antes y observándolos desde mi ventana ahora, mientras espero que mi half vuelva del congreso para ir a comprar un par de galletas la fortuna, a ver si nos revelan el futuro que nos espera el jueves al coger el avión de vuelta con el jaleo que se ha montado en las últimas horas.
Material gráfico y más aventuras a mi vuelta.

1 comentario:

  1. Anónimo8:22 a. m.

    esta es mi hija ,nunca comforme con lo establecido ,pero lo lleva en la genetica ,con un par

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