sábado, 2 de octubre de 2010

Kaeru


Hasta seis ranas conté en el jardín del Edén durante mi penúltima noche en Cambridge. Llovía, no había luz en mi manzana: nada mejor que hacer que salir a sacar el contenedor (la recogida de basuras por estos lares deja mucho que desear). Y de repente, un salto: era necesario desafiar al chubasquero y salir a la caza del anfibio cámara en una mano y luz de bicicleta en la otra: maravillosas ocupaciones que uno debería permitirse para luchar contra el tedio de la vida adulta. Y maravillosamente, las ranitas esperaban con paciencia pegajosa ser inmortalizadas por mi cámara, una tras otra, saltando hacia un lado para dejarme paso hasta la siguiente apenas disparado el flash. Siempre me han hecho feliz estas cosas, pero no entendí por qué aquella noche me hicieron tan especialmente feliz hasta el día siguiente, cuando, como casi siempre, Yoshiro me lo explicó: en japonés, la palabra para rana, y la palabra para "vamos a casa" son homófonas.
(Por cierto: me equivoqué de día, el contenedor se saca los jueves, pero quiero creer que las kaeru llamaron).

1 comentario:

  1. Anónimo3:35 p. m.

    hole por las ranitas ,estan a sus anchas en ese jardin

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