sábado, 19 de noviembre de 2011

La manzana de Alan y el bacilo de Piotr

Dice Borges que un solo hombre ha nacido, un solo hombre a muerto en la Tierra. Afirmar lo contrario es mera estadística, y yo lo creo, porque la historia se repite de manera circular (y si no ya veréis mañana como las televisiones nos ofrecen el mismo espectáculo dantesco de cada 4 años), la energía ni se crea ni se destruye, el fatum nos arrastra a coincidencias cómicas, melodramáticas, trágicas. 
¿Soñó Tchaikovsky, en una última agonía de cisnes blancos y negros, con quien 19 años después de su muerte nacería con su mismo destino? ¿Era consciente Turing de que su muerte a las afueras de Manchester era una copia distorsionada de aquélla que aconteció 61 años atrás en San Petersburgo? ¿Qué podían tener en común el compositor ruso que probablemente sea unos de los más conocidos por la cultura popular con el matemático inglés que imaginó por primera vez un mundo de máquinas pensantes, o lo que es lo mismo, el padre de la informática, sino su muerte? A ambos los suicidaron, porque habían elegido la libertad sexual en un mundo en el que la libertad todavía no se había extendido tanto como en el actual (pero cuántas veces pienso que quizá aquella libertad reprimida lo fuera más que la que disfrutamos ahora, tantas veces pisoteada, adulterado su nombre por unos cuantos que braman desde sus púlpitos y que si no fuera porque dan tanta risa, nos darían escalofríos de miedo). 
El ruso, cuando el comité de ilustres dictaminó su sentencia, decidió beber agua contaminada. El inglés, tras un doloroso proceso de castración química, se decantó por la poesía blanca y nevada de una manzana envenenada*.
En la jornada de reflexión no se debe hacer apología de ningún partido, por eso yo, desde mi humilde púlpito, comparto esta pequeña historia para, emulando a la iglesia universal (que no hace apología de ninguna ideología, faltaría más), aconsejar a mis fieles (o sea, a mí misma y a quien se pase por aquí) no votar a un partido que atente contra su conciencia. Yo, que respeto todas las conciencias, sobre todo cuando son verdes y hacen cri, sé que contra la mía atentan aquellos que, entre otras muchas cosas que no tienen que ver con la bonita historia relatada, creen que quienes eligen al irse al catre lo mismo que Turing y Tchaikovsky deben hacerlo a escondidas. 
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* Pero también dicen que en realidad Tchaikovsky murió de cólera por accidente, y que Turing era un guarrete que no se lavaba las manos después de sus experimentos. Aquella manzana regada con cianuro, dicen, decora unas computadoras muy conocidas... 






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PS. Las vueltas que da la vida, las casualidades del destino, o como quiera usted llamarlo, han hecho que desde hace un mes, mi sueldo lo sufrague un excelentísimo ex-fellow Cambridgeano, que realizó su tesis doctoral con uno de los premios nobeles del Trinity. Pues bien, atentos al e-mail que nos ha forwardeado hoy a los miembros de su grupo, para que sepamos de sus actividades extraescolares:



Dear Dr. X,

In 2004 you pointed out to me that two pages on our digital archive http://www.turingarchive.org/ (pages 70-71 of AMT/B/22) were incorrect.  It has taken seven years but we have finally sorted it out.  I just wanted to let you know.

Y
Archivist
King's College

A veces, llego a echar de menos el humor inglés....

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