sábado, 4 de septiembre de 2010

La belleza de la pérdida

La ansiedad es un estado de alerta ante la incertidumbre.
Cuando la incertidumbre desaparece, la ansiedad debería desaparecer.
Y la incertidumbre no desaparece, pero al menos ya tengo billete de vuelta, y eso me tranquiliza.
El 2 de octubre vuelo para no volver, al menos en un tiempo.
Ahora es tiempo de saborear todas esas cosas que echaré de menos, y envolverme en la belleza de saber que sólo puedo disfrutarlas durante un puñado más de días.
La ardilla que otea la calle del Edén desde una tapia.
Orchard Street, a las 8 de la mañana de un soleado día de principios de septiembre, con el vaho que empieza a estas alturas del verano (británico) a formar nubes alrededor de las bocas de las osadas ciclistas españolitas.
Un avión de modelismo dibujando un corazón con humo rojo al fondo del campo de trigo marrón vencido por el otoño prematuro.
Las zarzamoras preñadas de frutos rojos y negros.
La calabaza que plantó Eva y que cubre casi todo el jardín del Edén (probablemente gracias al accidente del día de la mierda).
El silencio, a pesar de que el pedal de mi bici oxidada no para de crack/chrics, y de Madeleine Peyroux.
La tristeza.
La belleza de la tristeza.

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